>Aquel
sector que media década atrás había sido considerado como modelo de desarrollo
industrial de países subdesarrollados, hoy no está pasando por su mejor
momento.
Puerto de Buenos Aires.
Hacia
fines del segundo mandato peronista, las historias de mis familiares indican
que en el puerto argentino se encontraban insumos de capitales alemanes para
construir una gran industria automotriz en nuestro país, símbolo de lealtad y
honestidad hacia la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial (sobre todo
del sector militar). La caída de Perón por la Revolución Liberadora hizo que
éstos se fugaran hacia Brasil, donde se instalaron con éxito.
Durante
los ’90 estuvo caracterizada por capitales extranjeros sumamente concentrados,
y pensada para la exportación hacia el MERCOSUR y América Latina.
Desde
2003 hasta 2011 fue símbolo de un sector con tendencia exportacionista que
acumuló tasas de crecimiento de entre 20 y 30% anuales y fue vista como una
industria capaz de generar un empleo considerable de mano de obra. En 2008 y
2009, producto de la crisis interna e
internacional, los indicadores se retrotrajeron y más adelante se recuperaron,
para volver a caer desde 2011 hasta el presente. Desde fines de 2013 y más profundamente,
desde marzo de 2014, la situación del sector automotriz se ha vuelto crítica.
¿Qué
evidencia que me refiera a una crisis del sector automotriz? Las suspensiones,
la reducción de producción de las empresas terminales, los licenciamientos en
los autopartistas, los despidos, la amenaza o cierre de efectivo de plantas, la
implementación de pautas de flexibilización interna y el ofrecimiento de retiros
voluntarios y jubilaciones anticipadas. Producción nacional, ventas a
concesionarios y exportaciones se retrotrajeron entre agosto 2013 y agosto 2014
un 32% promedio.
Entre
las razones para justificar esta crisis se encuentran la caída de la demanda
brasileña y la recesión en el mercado interno. Se habla también de problemas
estructurales. ¿Cuáles? Argentina lejos de concentrarse en los segmentos de
mayor valor agregado y uso de tecnología, se centra en el ensamblaje. Ello
provoca que la producción nacional de componentes de un vehículo terminado sea
menor al 30%. Además, y esto me parece sumamente importante, si miramos los
indicadores de aporte al PBI de automotrices vemos un sector en auge. Esto no
es así. ¿Por qué? Para sostener su producción son necesarias importaciones. Con
las exportaciones se recuperan las divisas de importaciones, pero las ventas
internas representarán un gasto neto de divisas para el país. El déficit
comercial ascendió entre 2003 y 2013, agudizándose desde 2010 y alcanzando en
2013 los 4300 millones de dólares cuando fue la máxima demanda interna de
autos.
Aquí
me voy a detener para criticar el texto que leí y en el que me baso para este artículo. ‘’La
crisis del sector automotriz’’ por Igal Kejsefman y Mariano Treacy (publicado
en Cambio, primer quincena de octubre de 2014), reprocha fuertemente el
plan PROCREAUTO implementado por el gobierno en ejercicio sin justificarse ni
proponer una alternativa concreta y explicada acertadamente. A continuación,
cito el fragmento:
‘’El gobierno ha ensayado con el PROCREAUTO
una respuesta a la caída de la demanda de automóviles para evitar que continúen
las suspensiones y crezcan los despidos. (…) Hay que pensar qué otros sectores
de la producción son más útiles para la sociedad argentina, generan mucho
empleo, resuelven más problemas que hacen a la vida digna y consumen menos
divisas’’.
Logo PROCREAUTO.
Gentileza: periódico ''Cambio'', movimiento popular Patria Grande.