Les
presento un análisis fruto del libro ‘’Cómo comprender los conceptos básicos de
economía’’ de John Charles Pool y Ross M. Laroe. Veamos su postura.
Desde
que el presidente Nixon, en agosto de 1971, rescindió el compromiso de los
Estados Unidos de cambiar dólares por oro, las economías e casi todos los demás
países del mundo quedaron ligadas a la economía norteamericana. Como
prácticamente todas las transacciones – intercambios de bienes y servicio – se
hacen en dólares, ahora todo el mundo está comprometido con lo que pasa en la
economía de Estados Unidos. Por eso todos los países se ponen nerviosos cuando
nuestra tasa de inflación aumenta, pues baja el valor de los dólares que los
mantienen.
El
resultado neto de las altas tasas de interés en los Estados Unidos implica un
dólar fuerte en el exterior, lo cual significa que nuestras exportaciones son
más costosas, pero nuestras importaciones más baratas. Así que podemos importar
más de lo que exportamos, y la diferencia se cubre con una entrada de dólares
procedentes de otros países, atraídos por las tasas de interés más altas. Desde
luego, perdemos empleo puesto que exportamos menos, pero ganamos en
importaciones baratas, lo cual contribuye a mantener baja nuestra inflación.
La Organización
de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió aumentar en 1973 el precio
del petróleo en cerca de 1700%. El resultado fue la mayor transferencia de
riqueza en toda la historia: cientos de miles de millones de dólares fueron
transferidos del mundo occidental a los países árabes esencialmente
empobrecidos. Es decir, ellos nos enviaron petróleo y nosotros les enviamos
dólares para pagarlo.
Luego,
los países árabes re-depositaron esos dólares en Nueva York. Lo que los bancos
hicieron fue buscar la tasa de rendimiento más alta y prestar los recursos de
los depósitos petroleros árabes con gran decisión. En vista de que a mediados
del decenio de los ’70 la economía norteamericana se encontraba en recesión,
allí no había mucha demanda de préstamos. Pero los bancos no tardaron en
descubrir que los países del Tercer Mundo, siempre escasos de capital, se
pusieron felices de tomar ese dinero en préstamo.
El
primer o de los problemas que no se previó fue que muchos de los países del
Tercer Mundo que estaban recibiendo los préstamos y usando los recursos para su
propio desarrollo también se estaban beneficiando del alto precio del petróleo.
Además, supusieron que la demanda de petróleo era inelástica, es decir, que
nosotros lo compraríamos a cualquier precio, pasando por alto el hecho de que
cuando los precios suben de manera desmesurada la gente encuentra la forma de
reducir su consumo compartiendo los automóviles, tomando el bus, bajando los
termostatos, aislando sus casas, colocando cintas en puertas y ventanas para
mantener la temperatura, y cuanta cosa sea necesaria para reducir sus gastos de
energía.
Tomando
el caso de México, uno de los principales receptores de préstamos de bancos
norteamericanos producto de los petrodólares de la OPEP, se supo que están
pagando el 20% de interés. Lo que quiere decir que en el sexto año pagan en
intereses lo mismo que reciben como nuevos préstamos. Si vamos más lejos, en el
undécimo año estarán pagando en intereses totales más de lo que han recibido en
préstamos totales.
¿Cómo
se puede sostener algo así? Pueden
recibir más préstamos. Lo cual, naturalmente, empeora la situación. O pueden aumentar sus exportaciones, o
disminuir sus importaciones. En la actualidad hay cerca de ochocientos mil
millones de dólares en concepto de préstamos pendientes a los países del Tercer
Mundo. Prácticamente ninguno de ellos está abonando al capital. Muchos, ni
siquiera pueden pagar el interés. Ese es el problema más grave.
La
reflexión: claramente en Argentina seguimos la segunda opción en los últimos
doce años. Aplicamos fuertes restricciones a las importaciones, sobre todo
cuando evidenciamos dificultades en la balanza comercial (desde 2011) y no sólo
se alentó al campo (a pesar del criticado cobro de los derechos de
exportaciones) sino que se invirtió en agroindustrias, que otorgan valor
agregado a nuestra producción primaria y la hacen más rentable a nivel mundial.
Será difícil continuar con este modelo económico sin correcciones porque las
cifras que nos brinda la estadística no son las mejores que podríamos
experimentar. Pero debemos entenderlas en un contexto de período recesivo que
pronto volverá a la prosperidad. La economía de un país no funciona como la
economía de una empresa. En períodos de crisis no hay que ajustar gastos ni
tomar deuda que, como vimos, no podemos pagar ni siquiera sus intereses. Decisiones
como ésta nos perjudican enormemente.
Por
último, ampliando esta reflexión hacia el ámbito político, recordemos que el
Frente para la Victoria cuenta con mayoría en el Poder Legislativo. Entonces,
es claro que ‘’será difícil continuar con este modelo económico’’. Por ello, el
FpV ajustará, devaluará, se inclinará por un modelo ahorrista y de inversiones
(todas estas suposiciones tendrán lugar en los próximos meses), pero de manera
gradual y ‘’encubierta’’. En cambio, la propuesta de toda la oposición (miren
lo que me atrevo a decir), es jugarse por la primera opción: tomar más
préstamos. La ideología de la oposición completa (Cambiemos, UNA, Progresistas,
FIT y los demás) para obtener la victoria es contradecir el modelo económico
actual. Pueden verlo Uds mismos en los ‘’espacios cedidos por la Dirección
Nacional Electoral’’. ¿Y saben qué? La gente no se atreve a cambiar el rumbo y
girar hacia un modelo liberal. Ya tenemos experiencia en eso, y nos dejó con un
50% de nuestra población pobre y un 20% de Argentina desempleada. Si no me
creen, observen con atención los resultados de las PASO el próximo domingo 9 de
agosto.