->Así como hace algunos
meses escribí sobre modelos económicos de economías cerradas y nivel de precios
fijo (que aplicaban en el siglo XIX), hoy les propongo ampliar con más
información acerca de los modelos económicos actuales: de economías abiertas y
nivel de precios flexible. La metodología de trabajo será una frase en cursiva
y sus comentarios debajo. Aquí vamos.
El ajuste del tipo de cambio puede ser
una política útil cuando los países se encuentran en etapas distintas del ciclo
comercial. Por ejemplo: uno en estado de prosperidad, con exceso de empleo; y
otro, en recesión. En tal caso, una depreciación en el país que sufre la
recesión desplaza la demanda mundial en su dirección y sirve para reducir la
divergencia con respecto al pleno empleo en los dos países. Más que
depreciaciones se necesitan políticas monetarias y fiscales coordinadas para
acrecentar la demanda y la producción en todos los países cuando la demanda
mundial está en el nivel equivocado.
A
partir de aquí comenzamos a incorporar a la economía abierta o internacional a
los modelos económicos. Se incorpora al modelo IS LM, la Balanza de Pagos, que
es el registro de todas las transacciones comerciales y financieras entre
nuestro y los demás países. Ante abundancia o escasez de dólares, las
soluciones pueden ser ajustando el tipo de cambio (depreciación o apreciación)
o aplicando política fiscal o monetaria (expansiva o contractiva). Esto es lo
que cuenta el párrafo de arriba: qué política hay que aplicar cuando ‘’las
cuentas no cierran’’.
El grado de desarrollo industrial de un
país es crucial a la hora de analizar la composición de su comercio internacional.
Un país con un alto desarrollo industrial, probablemente exporte productos con
un grado de complejidad mucho más alta que un país esencialmente agropecuario.
Un país que busque desarrollar sus sectores industriales y eventualmente,
convertirse en un país exportador de este tipo de bienes, orientará su política
comercial en la dirección del proteccionismo. Es decir, recurrirá a la
aplicación de políticas proteccionistas destinadas a proteger a aquellos
sectores que busca desarrollar para resguardarlos de la competencia
extranjera hasta que adquieran capacidad exportadora.
Este
tipo de orientación de desarrollo es la que aplicaron los gobiernos
kirchneristas durante los últimos doce años, y que no estuvo mal, pero que hubo
que haber actualizado (¿cuán proteccionistas somos?). No me voy a cansar de decir
que las políticas aplicadas de la misma manera durante muchos años, fracasan. Los gobiernos debieran decir que si se
quiere lograr que toda la población esté empleada, será a costas de una fuerte
inflación. Y debieran decir lo contrario también: si se quiere lograr que la
inflación se mantenga baja, será a costas de un fuerte desempleo. Hasta
ahora no se ha encontrado un punto medio. Se lo intenta, claro. Pero en la
aplicación de políticas juegan mucho los intereses contrapuestos y las
expectativas. Contra eso, no se puede hacer nada.
La base del proteccionismo se ubica en
el propio nacimiento de los Estados Nación,
es decir, de los Estados modernos tal como hoy los conocemos. En el nacimiento
de la industria alemana, desde mediados del siglo XIX se encuentra una
clara política de defensa y fomento de la producción industrial. El caso alemán
es incluso paradigmático acerca de la necesidad de políticas proteccionistas
para alcanzar el desarrollo industrial y de la defensa teórica de esa
concepción. Lo mismo puede decirse de los Estados Unidos, país que no
solo se caracterizó por la celosa defensa de su industria, sino por la defensa
constante de sus sectores primarios, obstaculizando que la Argentina pudiera
insertarse en ese mercado a través de su producción agropecuaria.
Qué
quiere decir esto y cómo podría haber ampliado la explicación de la frase
anterior. Todos sabemos que los países industriales son más poderosos y más
ricos que los países agropecuarios. Por eso se busca promover políticas
industriales y economías proteccionistas. Y fue eso lo que hicieron Alemania,
Estados Unidos y también Inglaterra hasta que se consolidaron. Pero la
población argentina es muy crítica acerca de esto y realmente piensa, después
de muchos años de inflación, en abrir las importaciones y comprar
irrestrictamente lo que consideren necesario. Yo pienso que hay que alentar a
la industria pero tener nuestros límites. No
puede ser que cerremos las importaciones por una política de promoción, y
tengamos bloqueada la importación de materiales de salud, como prótesis. Hay
que ser serios y buscar puntos medios, que logren un consenso entre
sectores, tratando de que los dos se vean afectados por igual, y no que ‘’el
ajuste’’ recaiga sobre uno de ellos.
Todos los economistas están a favor de
políticas que muevan la curva de la oferta agregada a la derecha aumentando el
PIB potencial. Por importantes que sean las políticas de manejo de la demanda,
son útiles únicamente para resultados de corto plazo. Por este motivo, muchos
economistas están a favor de las políticas de la oferta y no creen que puedan
exagerar su efecto. Únicamente esas políticas aumentar permanentemente la
producción.
Primero
contarles que las políticas de oferta
agregada tienen que ver con la tecnología, con la eficiencia de los factores
capital y trabajo, con el capital humano y con la educación. Después, las políticas de demanda agregada son las
relacionadas con las expansiones o contracciones fiscales y monetarias (Gasto
Público, Impuestos, Inversión, Emisión Monetaria). Las políticas de oferta
agregada visualizan resultados en el largo
plazo, mientras que las políticas de demanda agregada visualizan resultados
en el corto plazo. Por esto último,
los gobiernos suelen incentivar a la demanda para que la población realmente
pueda ver que se cumplió lo que se prometió y que los resultados puedan ser
atribuidos como propios.
Al realizar acciones de política que
cambien el nivel de precios, el gobierno también afecta el salario real y, por
lo tanto, el nivel de oferta del producto. Una devaluación de la moneda bajo el
modelo keynesiano tenderá a hacer subir los precios, bajar el salario real y
aumentar el empleo si los salarios nominales son rígidos. En tanto que, bajo el
modelo clásico, la misma política simplemente hará subir el nivel de precios
sin ningún cambio en los salarios reales o el empleo.

La curva horizontal se
corresponde al caso keynesiano extremo.
Ante estímulos de la demanda agregada, se incrementa el nivel del producto
(Argentina 2001). La curva vertical se corresponde al caso clásico. Ante estímulos de la demanda agregada, se incrementa
el nivel de precios (Argentina 2015). Si se invirtiera en políticas de oferta agregada y no se profundizaran las políticas de
demanda agregada (dejar como están), el nivel del producto se incrementaría,
mientras que el nivel de precios descendería a un punto menor que el de
equilibrio.
¿Por qué en la actualidad los salarios
son rígidos? Hay varias explicaciones. Los sindicatos pueden proteger a sus
miembros respecto a no afiliados que podrían estar dispuestos a trabajar por
salarios similares o incluso más bajos. Regulaciones oficiales tales como las
leyes de salario mínimo pueden conducir también a rigidez en los salarios
nominales. Pueden llevarse a efecto contratos laborales que supediten a los
trabajadores a salarios nominales específicos que no corresponden al equilibrio
de la oferta y la demanda. O bien, las empresas pueden encontrar ventajosos
mantener los salarios sobre el nivel de equilibrio del mercado si esto les
permite reducir el costo de contratación y adiestramiento del personal o atraer
trabajadores más productivos (enfoque del salario de eficiencia).
Las
explicaciones de los salarios rígidos están relacionadas a las llamadas expectativas adaptativas. Estas últimas
son aquellas que nacen con miras hacia atrás. Es decir, sabiendo que hubo
inflación de un 30% el año pasado, yo espero que el próximo año mi salario
nominal se incremente por lo menos en un 30% (no importa si la inflación es más
o menos del 30%, esta cifra se toma como referencia o ‘’piso’’). Todas las
acciones mencionadas dan origen a la inflación
inercial, es decir, aquella que es consecuencia de los contratos
inflacionarios de largo plazo.
Los economistas tienden a diferir de dos
maneras principales en su interpretación de los fenómenos económicos. Difieren en
primer lugar respecto de la forma de la curva de oferta agregada, esto es, si
es vertical, de pendiente positiva, u horizontal. Segundo, difieren sobre la importancia
relativa de los distintos tipos de shocks que afectan la economía. La mayoría
de los shocks, ¿surgen del lado de la demanda llevando a desplazamientos de la
curva de la demanda agregada o llegan del lado de la oferta produciendo
movimientos de la curva de oferta agregada? No hay acuerdo entre los
macroeconomistas sobre estas cuestiones.
Lo
único que puedo decirles respecto a esto es que en la Facultad de Ciencias
Económicas de UBA (por lo menos en mi curso) se promovió fuertemente el
crecimiento y desarrollo a través de políticas
de oferta agregada que provocarán movimientos de la curva de oferta
agregada. No se desmerecieron las políticas de demanda agregada como ‘’salvavidas’’
en una crisis, pero no se les tenía demasiado aprecio.
La economía muestra propiedades
keynesianas en el corto plazo y propiedades clásicas en el largo plazo. En el
corto plazo, los desplazamientos de la demanda agregada afectan tanto el
producto como los precios; mientras que en el largo plazo, ellos sólo afectan a
los precios. En este sentido, el debate entre los economistas keynesianos modernos
y los clásicos modernos se dirige principalmente a la velocidad de ajuste de la
economía. Ambos grupos de economistas reconocen que la economía tiene tendencia
a retornar al equilibrio de pleno empleo después de un desplazamiento de
la demanda agregada. La cuestión es con qué rapidez ocurre esto.
El economista keynesiano asegura que la
respuesta de la economía será gradual. Quizá tan gradual que los instrumentos
de política macroeconómica (política fiscal y monetaria, tipo de cambio) pueden
usarse para acelerar el regreso al pleno empleo. Por su parte, el economista
clásico contesta que la economía retornará rápidamente al pleno empleo. Tan
rápidamente que no hay necesidad de la ayuda de políticas macroeconómicas, y de
hecho, no hay tiempo para ellas.
Está
claro que en Argentina la economía tiene respuesta keynesiana por los contratos
de largo plazo que analizamos en frases anteriores. La economía no responde con
rapidez sin políticas macroeconómicas, sobre todo cuando su aparato se
acostumbró a la convivencia con la inflación. Si lo hacemos rápido, estamos
ajustando sin dar soluciones y perjudicando a algunos, mientras otros se
benefician. Me gustaría preguntarle a un
ciudadano español (sólo por compartir la misma lengua y tener facilidad de
comunicación) si sabe tanto de inflación como yo. Porque en Europa la inflación
no supera el 1% anual.
El equilibrio es una medida de lo
que ocurrirá en una economía que atraviesa ciertas condiciones, no lo que
debería ocurrir.
El dinero puede ser la forma más segura
para acumular riqueza. En prestar dinero y en comprar propiedad rentable hay
incertidumbre que no existen cuando se guarda la riqueza propia en forma de
dinero. Los poseedores de dinero tienen un tipo de seguridad que no gozan
los poseedores de otras especies de riqueza. Cuando los poseedores de
riqueza expresan en general una preferencia por atesorar dinero, más bien que
por prestarlo o invertirlo, la producción de riqueza social real está en
desventaja.
Está
claro que guardar el dinero es más seguro que prestarlo o comprar una casa.
Prestándolo corremos el riesgo de que no nos lo devuelvan. Comprando una casa
corremos los riesgos de una pérdida de su valor. Pero como dice más adelante la
frase: si el dinero no se presta ni se invierte, la producción de riqueza
social real está en desventaja. El dinero se multiplica si lo prestamos o
invertimos. Dadas las condiciones necesarias de incentivo y seguridad, es mejor
sacrificar consumo hoy y ahorrar ese dinero, para tener más y consumir más en
el futuro.
La inversión comprende actividades tales
como construir nuevas fábricas, nuevas casas, nuevos ferrocarriles y otros
tipos de bienes que no han de ser consumidos con tanta rapidez como se
producen. La teoría keynesiana afirma que el empleo depende de la cantidad de
inversión o bien, que el desempleo es originado por una insuficiencia de
inversión.
Realmente
considero esto muy importante. La teoría keynesiana dice construir nuevas
fábricas (más empleo), nuevas casas (más vivienda), nuevos ferrocarriles (más
infraestructura). Dice que el empleo depende de la cantidad de inversión y que
ésta debe asegurarse desde el Estado. OK. No dice que el Estado debe garantizar
los derechos de sus ciudadanos subsidiando servicios públicos y gastando en
inclusión social. ¿Los gobiernos
kirchneristas nos hicieron creer que estaban aplicando la teoría keynesiana y
la tergiversaron?
Aunque los inversores tienen graves
dudas en cuanto al acierto de la acción basada en la psicología de la masa, la
aceptan como comportamiento acertado en ausencia de toda prueba positiva de que
sea desacertada.
Esto
quiere decir que la inversión, según el keynesianismo, es autónoma
y responde al comportamiento de las masas. Yo invierto porque hay diez personas
que me dicen que esto va a darme más plata de la que tengo. ¿Será una inversión
acertada? No lo sabemos.
Aunque en la polémica entre Keynes y los
clásicos hay implicado algo más que simples hechos, estos no pueden ser
ignorados puesto que, en definitiva, las polémicas como ésta tienen que ser
resueltas en última instancia por una apelación al sentido común y a los duros
hechos de la experiencia.
Quiere
decir que debemos analizar cómo funcionaron las políticas keynesianas y cómo
funcionaron las políticas clásicas. A partir de allí, debiéramos concluir con
la que mejor funcionó y luchar por esa, sin cometer los mismos errores que
tuvieron lugar en el pasado. Tener memoria.
Durante algún tiempo, la actividad
incrementada proporciona mayores beneficios y añade combustible al optimismo
predominante. Entre tanto, sin embargo, las
grandes adiciones a la oferta existente de bienes de capital, fuerzan a
descender el tipo previsto de rendimiento por debajo del tipo de interés. La
cesación en la acumulación de capital (inversión) que sigue conduce
inevitablemente al colapso y la depresión. Esta transición de la expansión a la
contracción se pone con frecuencia claramente de manifiesto por el giro de
cambio de los valores industriales, cuyas violentas fluctuaciones son una
objetivación de la inestabilidad de la eficacia marginal del capital. La especulación y la manipulación
financiera que caracterizan las actividades de la bolsa de valores se cuentan
entre las principales manifestaciones de la inestabilidad de las economías
capitalistas. El desempleo originado por un descenso de la eficacia
marginal del capital puede ser compensado, al menos temporalmente, por un
descenso correlativo del tipo de interés.
Sencillamente
dice que toda expansión económica tiene fin en una depresión económica. Un país
no crece indefinidamente. La situación recesiva ocasiona desempleo, que puede
ser contenido a través de una baja en las tasas de interés y una recuperación
momentánea de la Inversión.
Recurrentemente el mercado cambiario se convierte en un freno para el crecimiento al
generarse una falta de divisas en relación a la demanda. Cuando se producen
estos episodios, el tipo de cambio que muestra la relación entre la demanda y
la oferta de divisas, aumentó fuertemente, es decir, sube el precio del dólar
ya que la demanda supera a la oferta, dando lugar a una inflación de oferta acompañada del aumento de todos los precios.
Dicho aumento, no necesariamente se relaciona con el aumento de los costos del
sector al que pertenece ese producto en cuestión, se traduce en un aumento en todos
los precios independientemente de que posean o no insumos importados. Hasta el
momento no se le ha dado respuesta estructural a este problema que tiene que
ver con la escasez de divisas que se produce recurrentemente en la economía
argentina.
Los
efectos de una devaluación (aumento del tipo de cambio) producto de una escasez
de divisas. Continúa en la siguiente frase.
Una devaluación del tipo de cambio
provoca un alza de los precios, lo que a su vez reduce los saldos reales de
dinero. Cuando los salarios nominales son rígidos, la devaluación redistribuirá
el ingreso desde los trabajadores hacia los capitalistas. Si el primer grupo
tiene una más alta propensión a consumir que el segundo, como lo sugiere la
evidencia, entonces la demanda agregada declinará. La evidencia empírica tiende a respaldar el punto de vista de que las devaluaciones
son contractivas en el corto plazo, pero no a plazos más largos. La razón
es evidente: en tanto que los efectos contractivos del lado de la demanda
actúan con rapidez sobre la economía, los efectos expansivos sobre el lado de
la oferta toman tiempo para operar.
Una rápida sustitución de importaciones
hace que la industria contribuya a mantener equilibrada la Balanza de Pagos
ahorrando divisas. La sustitución, como máximo, puede alcanzar a neutralizar el
incremento de importaciones que trae el progreso tecnológico por la
incorporación de nuevos productos: automóviles, televisión, etc. A partir de
este momento se inicia un proceso de
divergencia entre el crecimiento del sector industrial consumidor de divisas,
que no contribuye a producirlas, y la provisión de estas divisas a cargo del
sector agropecuario, de crecimiento mucho más lento. Esta divergencia es
responsable de la crisis de Balanza de Pagos en la Argentina y constituye el
principal limitador de crecimiento del país. Una vez que se agotan las
reservas, el país se ve forzado a una devaluación.
Esto
es sencillo. Promovemos una industria nacional que no tiene capacidad
exportadora y que consume divisas, o promovemos un sector agropecuario que
históricamente tuvo y tiene capacidad exportadora y que genera divisas, que
luego pueden ser distribuidas a promover el sector industrial o, en su defecto,
ahorradas para consumos futuros.
La
falta de mercados de capitales y la insuficiencia de los créditos bancarios,
hace que las empresas y las entidades financieras locales confiando en la
estabilidad de la moneda, recurran a créditos y a capitales extranjeros. De este modo, dichas divisas se usan
indirectamente para financiar las importaciones y los demás gastos corrientes
del país, compensando así el déficit externo. El eventual exceso es adquirido
por el Banco Central pasando a acrecentar sus reservas. A menos que durante la
afluencia de los créditos se produzca el incremento de la capacidad sustitutiva
de importaciones o de la capacidad exportadora, el desarrollo industrial para
el consumo interno que continúa gracias al respiro obtenido, incrementa aún más
el consumo de divisas. Se agrega además el pago de los intereses por los nuevos
créditos, creciendo así por dos motivos simultáneos el déficit externo inicial.
Este incremento del déficit hace que para mantener el equilibrio en el mercado
cambiario, ya no basta que los créditos se vayan renovando cada vez que vence.
Además, para compensar los intereses y el aumento de los gastos de divisas que
se produce en el interín, es necesario que se vaya incrementando en forma
continua al volumen de nuevos créditos a inversiones que ingresa. El proceso es
esencialmente inestable. Basta que se
reduzca la entrada de nuevos créditos, o que un problema momentáneo de
desconfianza frene el ritmo de las renovaciones, para provocar el desequilibrio
en el mercado cambiario, con lo cual el Banco Central se ve forzado a vender
una parte de sus reservas. Las entradas de nuevos créditos y las
renovaciones se retraen aún más, culminado el proceso en un pánico
generalizado, en una fuga masiva de divisas y en una brusca devaluación.
Aunque
esta frase sea larga y algo complicada de entender para Ud como lector, es muy
sencilla. Dice que si nos endeudamos y no destinamos esos fondos a
incrementar nuestra capacidad exportadora o capacidad de sustituir
importaciones, lo más probable que suceda es que funda el pánico, que las
reservas del Banco Central se fuguen y que el gobierno decida devaluar. Un camino
que ya conocimos en la década pasada, y que considero que ninguno de Uds quiere
volver a repetir.
Para solucionar desequilibrios externos,
la respuesta más sencilla es subsidiar las inversiones y los insumos
tecnológicos para el sector agropecuario, necesarios para el aumento de
producción o para la incorporación de tierras marginales. La respuesta más sofisticada es la combinación de precios agropecuarios
más altos con un impuesto sobre la tierra. El aumento de precios proveería un
incentivo mayor para los aumentos de producción basados en inversiones o
mejoras. El impuesto sin afectar estos incentivos para la nueva producción
neutralizaría el incremento de ingresos correspondientes a los volúmenes que ya
se estaban produciendo de antes en base a la explotación extensiva. Además,
debería establecerse un límite realista al costo de sustitución compatible con
el nivel promedio actual de los costos industriales y promoverse enérgicamente
la sustitución de todas las importaciones que pudiera hacerse dentro de este
límite de costo.
Se
refiere a cómo solucionar desequilibrios, pero a mí me interesa lo que resalté
porque lo relaciono con lo que puede ocurrir a partir del próximo año: aumento
de precios agropecuarios vía quita de retenciones que incentivará a aumentos en
la producción. El aumento de precios agropecuarios será compensado con el cobro
estricto de Impuesto a las Ganancias. El Impuesto neutralizará el incremento de
ingresos correspondiente a los volúmenes ya producidos antaño.
Dado que el tipo de cambio se fija sobre
la base del sector agropecuario, no resulta adecuado para el sector
agropecuario de una productividad menor. Es así, que los precios industriales
expresado al tipo de cambio agropecuario resultan más altos que los internaciones.
Se pretende que los mismos productos
industriales, cuya menor productividad relativa se reconoce por medio de tipos
de cambio importadores muy superiores al nominal, se exporten a un tipo de
cambio primario que no les corresponde. Es esta asimetría cambiaria la que
imposibilita el desarrollo de las exportaciones industriales, obliga a seguir
el camino autárquico y lleva al callejón de la política sustitutiva
caracterizado por la imposibilidad de autofinanciar en divisas el desarrollo y
por periódicas crisis que tienden a desindustrializar el país.
La imposibilidad de exportar productos
de industrias relativamente más productivas que podrían competir en el mercado
internacional en base a un dólar que no superase más que en un 70% al dólar
agropecuario lleva a las periódicas crisis de Balanza de Pagos.
El autor de esta frase propone que en vez de
promover políticas de sustitución de importaciones, que vimos hace muchos años
que no funcionaron, se aumente el tipo de cambio. Ello permitirá que los bienes
de nuestro país sean más baratos frente al mundo, y que justamente los bienes
industriales logren capacidad exportadora.