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En una nota anterior había comentado la lectura de un texto del Museo de la
Deuda Externa, sito en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. En esta
oportunidad les propongo ampliar esa información con otro de esos textos,
conocido como D.E.U.D.A. Un dibujo argentino.
Entre
1976 y 1983 tuvo lugar en nuestro país el conocido Proceso de Reorganización Nacional. Durante éste, la presidencia
estuvo a cargo de Jorge Rafael Videla, Roberto Eduardo Viola, Leopoldo
Fortunato Galtieri y Reynaldo Bignone. Mientras tanto, el área económica era
conducida por José Alfredo Martínez de Hoz.
A
mediados de la década del ’70, los países exportadores de petróleo (OPEP)
decidieron triplicar los precios de éste, lo que les provocó un excedente de
liquidez. Tenían tanto dinero que no sabían dónde colocarlo para que no
ocurriera una desvalorización. Los países desarrollados no eran los indicados,
por lo que se decidió colocarlos a la banca extranjera. La banca extranjera lo
ofreció a los países latinoamericanos, que lo recibió gustoso visto sus bajas
tasas de interés.
El
proceso de endeudamiento en Argentina durante el período del gobierno de facto
era el siguiente: la banca transnacional prestaba dinero a las empresas
públicas (aumenta el pasivo externo), las empresas públicas cedían este dinero
el Banco Central de la República Argentina, el BCRA prestaba el dinero a
especuladores, los especuladores depositaban el dinero en la banca
transnacional (aumentan los activos externos). Este proceso, como puede
observarse, beneficiaba a unos pocos y estaba garantizado por seguros de cambio
y por la estatización de la deuda privada.
En
1979, Estados Unidos decidiría triplicar las tasas de interés, lo que
provocaría una situación de ‘’deudores morosos’’ y más adelante ‘’deudores
incobrables’’ a los países latinoamericanos que poseían una abultada deuda. La
deuda que se tomó entre 1975 y 1983 lleva el nombre de ‘’deuda vieja’’ y se
utilizó en un 44% para el financiamiento de la evasión de capitales, en un 33%
para el pago de intereses y en un 23% para la compra de armas y de
importaciones no registradas.
En
1983, retornaría la democracia a nuestra Argentina de las manos de Raúl Alfonsín. Durante su campaña,
prometía una clasificación de la deuda legítima y deuda ilegítima. Afirmaba que
sólo pagaría la deuda que se investigara y reconociera como legítima. Más
adelante, las investigaciones darían como resultado que la deuda ilegítima era
una cantidad de dinero que no valía la pena no pagarlo.
Durante
su gobierno, estuvo a cargo del área económica Bernardo Grinspun (1983-1985)
quien proponía una independencia total del Fondo Monetario Internacional y que
le costó un 626% de inflación. En 1985 y hasta el final del mandato de
Alfonsín, reemplazaría a Grinspun Juan Vital Sorrouille, quien llevaría
adelante el Plan Austral: se reemplazan los pesos por los australes. Además,
cumpliría condiciones del FMI cuando decide aplicar controles de precios,
congelamientos salariales y un compromiso de no emisión monetaria. Más
adelante, pondría en práctica el Plan Salvataje Primavera (un acuerdo de
precios con quienes los fijaban), que derivó en un default en 1988 y en un
clima de recesión, pobreza e inflación. Alfonsín debió abandonar su función en
el Ejecutivo meses antes de diciembre de 1989.
En
1989 asumió a la presidencia Carlos Saúl
Menem. Entre las medidas más resonantes del nuevo gobierno se encontró la
Ley de Convertibilidad, impulsada por su ministro de Economía Domingo Felipe
Cavallo. La convertibilidad consistía en la compraventa de dólares por parte
del Banco Central a una tasa de cambio fija, el compromiso de no emisión de
base monetaria, la apertura comercial externa y la libre entrada de capitales.
Se creía en él como un mecanismo contra la lucha antiinflacionaria. De esta
manera, el endeudamiento externo ya no se utilizaba para el beneficio de unos
pocos, sino que se utilizaba para mantener el modelo: se exportaba barato, se
importaba caro y la balanza comercial arrojaba numerosos déficits.
En
1992, el Plan Brady impulsado por Cavallo consistió en una reestructuración de
deuda relacionado a: se blanqueó la deuda ilegítima; los tenedores de bonos
estaban ahora dispersos y anónimos, en lugar de concentrarse en entidades
bancarias; los tenedores de bonos se aseguraban el cobro de intereses atrasados
por una cláusula en los mismos con legislación en la justicia de los Estados
Unidos.
El
Plan Brady en números fue así: los títulos por el clima recesivo cotizaban a un
18% de su valor nominal, es decir, 3762 millones de dólares. Cavallo reconoce estas deudas a su valor
nominal del 100%, es decir, 29.900 millones de dólares, que se componen 29.900
millones de capital y 9000 millones de intereses. De los 29.900 millones, se
reconoce una quita del 35% sólo por 7500 millones. De los 9000 millones, se
pagan en efectivo 400 millones y en bonos a 12 años 8600 millones.
En
1998, el comienzo de una recesión y las acusaciones de corrupción hacia el
presiente, apresurarían su salida del gobierno. En 1999, asumió Fernando de la Rúa (UCR+FREPASO). En el
área económica, José Luis Machinea prometió honestidad, la continuidad de la
Convertibilidad y el déficit cero (recortando gastos administrativos,
incrementando impuestos y reduciendo salarios entre un 12% y un 15% a la administración
pública). Para ello, recurrió el Blindaje: un préstamo de 32.700 millones de
dólares, del que podrán saber más en descripción.
Meses
después, Ricardo López Murphy se hizo cargo de Economía y recortó gastos
administrativos y presupuesto hacia universidades. Su gestión fue sumamente
criticada, por lo que tuvo que renunciar. Finalmente, volvió Domingo Felipe
Cavallo quien ratificó la política de déficit cero e implementó el Megacanje.
En éste, se refinanciaron los vencimientos correspondientes a los siguientes
cinco años y se canjearon bonos por otros con mayores plazos. Para ello, se
tomó deuda por 10.000 millones de dólares. Siempre desde el comienzo de la
Convertibilidad se dijo que los medios de comunicación ayudaron a que la
población no se sublevara. Parece que a esta altura, la población notó lo que
realmente sucedía, lo que le generó un clima de descontento y frustración. Esto
provocó que todos recurran a las instituciones bancarias a retirar sus
depósitos. Y aquí llegó el Corralito, el Cacerolazo y el Estado de Sitio.
Sucedieron
a De la Rúa, Ramón Puerta, Adolfo Rodriguez Saá (quien anunció el
default de 2002), Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde (quien anunció la
pesificación y continuó con los ajustes).
Los
saldos luego de las dos gestiones de Menem, De la Rúa y aquellos que gobernaron
fruto de la Ley de Acefalía fueron: tipo de cambio sobrevaluado,
extranjerización del aparato productivo, desocupación del 22%, 19 millones de
pobres (9 millones de indigentes), sistema productivo desarticulado y sistema
financiero destruido.
En
2003 llegaría al gobierno Néstor
Kirchner. Entre sus logros de gobierno se encontraron una política
devaluatoria para no generar atrasos cambiarios; el crecimiento del Producto
Bruto Interno en cifras cercanas al 10%; un incremento de 86% en las
exportaciones entre 2003/7; un superávit comercial promedio de 12 millones de
dólares entre 2003/7; la reducción paulatina y significativa de la pobreza, el
desempleo y las importaciones; y una relación PBI/deuda que desciende de un
151% en 2002 a un 64% en 2007.
El
crecimiento de las exportaciones permitió que por primera vez en la historia
argentina, la deuda externa se pagara con recursos genuinos y no con la toma de
más deuda. El 15 de diciembre de 2005, Argentina paga al FMI 9810 millones de
dólares, finalizando más de medio siglo de dependencia con este organismo y
celebrando la soberanía económica y el fin de los condicionamientos por parte
de éste.
Lamentablemente,
esto no se terminó acá. Aún quedaron 81.800 millones defaulteados, a los que se
propuso reestructurar con la emisión de nuevos bonos con una compensación
adicional sujeta al crecimiento del PBI. El 76,15% aceptó (62.500 millones de
dólares), a quienes se acordó pagar 35.500 millones de dólares (quita del 57%).
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