jueves, 30 de julio de 2015

Déficit fiscal: ¿la solución es bajar impuestos y tomar deuda?

Les presento un análisis fruto del libro ‘’Cómo comprender los conceptos básicos de economía’’ de John Charles Pool y Ross M. Laroe. Veamos su postura.

Desde que el presidente Nixon, en agosto de 1971, rescindió el compromiso de los Estados Unidos de cambiar dólares por oro, las economías e casi todos los demás países del mundo quedaron ligadas a la economía norteamericana. Como prácticamente todas las transacciones – intercambios de bienes y servicio – se hacen en dólares, ahora todo el mundo está comprometido con lo que pasa en la economía de Estados Unidos. Por eso todos los países se ponen nerviosos cuando nuestra tasa de inflación aumenta, pues baja el valor de los dólares que los mantienen.

El resultado neto de las altas tasas de interés en los Estados Unidos implica un dólar fuerte en el exterior, lo cual significa que nuestras exportaciones son más costosas, pero nuestras importaciones más baratas. Así que podemos importar más de lo que exportamos, y la diferencia se cubre con una entrada de dólares procedentes de otros países, atraídos por las tasas de interés más altas. Desde luego, perdemos empleo puesto que exportamos menos, pero ganamos en importaciones baratas, lo cual contribuye a mantener baja nuestra inflación.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió aumentar en 1973 el precio del petróleo en cerca de 1700%. El resultado fue la mayor transferencia de riqueza en toda la historia: cientos de miles de millones de dólares fueron transferidos del mundo occidental a los países árabes esencialmente empobrecidos. Es decir, ellos nos enviaron petróleo y nosotros les enviamos dólares para pagarlo.

Luego, los países árabes re-depositaron esos dólares en Nueva York. Lo que los bancos hicieron fue buscar la tasa de rendimiento más alta y prestar los recursos de los depósitos petroleros árabes con gran decisión. En vista de que a mediados del decenio de los ’70 la economía norteamericana se encontraba en recesión, allí no había mucha demanda de préstamos. Pero los bancos no tardaron en descubrir que los países del Tercer Mundo, siempre escasos de capital, se pusieron felices de tomar ese dinero en préstamo.

El primer o de los problemas que no se previó fue que muchos de los países del Tercer Mundo que estaban recibiendo los préstamos y usando los recursos para su propio desarrollo también se estaban beneficiando del alto precio del petróleo. Además, supusieron que la demanda de petróleo era inelástica, es decir, que nosotros lo compraríamos a cualquier precio, pasando por alto el hecho de que cuando los precios suben de manera desmesurada la gente encuentra la forma de reducir su consumo compartiendo los automóviles, tomando el bus, bajando los termostatos, aislando sus casas, colocando cintas en puertas y ventanas para mantener la temperatura, y cuanta cosa sea necesaria para reducir sus gastos de energía.

Tomando el caso de México, uno de los principales receptores de préstamos de bancos norteamericanos producto de los petrodólares de la OPEP, se supo que están pagando el 20% de interés. Lo que quiere decir que en el sexto año pagan en intereses lo mismo que reciben como nuevos préstamos. Si vamos más lejos, en el undécimo año estarán pagando en intereses totales más de lo que han recibido en préstamos totales.

¿Cómo se puede sostener algo así? Pueden recibir más préstamos. Lo cual, naturalmente, empeora la situación. O pueden aumentar sus exportaciones, o disminuir sus importaciones. En la actualidad hay cerca de ochocientos mil millones de dólares en concepto de préstamos pendientes a los países del Tercer Mundo. Prácticamente ninguno de ellos está abonando al capital. Muchos, ni siquiera pueden pagar el interés. Ese es el problema más grave.

La reflexión: claramente en Argentina seguimos la segunda opción en los últimos doce años. Aplicamos fuertes restricciones a las importaciones, sobre todo cuando evidenciamos dificultades en la balanza comercial (desde 2011) y no sólo se alentó al campo (a pesar del criticado cobro de los derechos de exportaciones) sino que se invirtió en agroindustrias, que otorgan valor agregado a nuestra producción primaria y la hacen más rentable a nivel mundial. Será difícil continuar con este modelo económico sin correcciones porque las cifras que nos brinda la estadística no son las mejores que podríamos experimentar. Pero debemos entenderlas en un contexto de período recesivo que pronto volverá a la prosperidad. La economía de un país no funciona como la economía de una empresa. En períodos de crisis no hay que ajustar gastos ni tomar deuda que, como vimos, no podemos pagar ni siquiera sus intereses. Decisiones como ésta nos perjudican enormemente.


Por último, ampliando esta reflexión hacia el ámbito político, recordemos que el Frente para la Victoria cuenta con mayoría en el Poder Legislativo. Entonces, es claro que ‘’será difícil continuar con este modelo económico’’. Por ello, el FpV ajustará, devaluará, se inclinará por un modelo ahorrista y de inversiones (todas estas suposiciones tendrán lugar en los próximos meses), pero de manera gradual y ‘’encubierta’’. En cambio, la propuesta de toda la oposición (miren lo que me atrevo a decir), es jugarse por la primera opción: tomar más préstamos. La ideología de la oposición completa (Cambiemos, UNA, Progresistas, FIT y los demás) para obtener la victoria es contradecir el modelo económico actual. Pueden verlo Uds mismos en los ‘’espacios cedidos por la Dirección Nacional Electoral’’. ¿Y saben qué? La gente no se atreve a cambiar el rumbo y girar hacia un modelo liberal. Ya tenemos experiencia en eso, y nos dejó con un 50% de nuestra población pobre y un 20% de Argentina desempleada. Si no me creen, observen con atención los resultados de las PASO el próximo domingo 9 de agosto.



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